Chile, el oasis de América latina. Chile, el país con mayor crecimiento económico de las últimas décadas. Chile, el país donde todos nuestros hermanos latinoamericanos querían vivir. Chile, el jaguar latinoamericano.
Hace un año, Chile fue testigo de una de sus revoluciones más fuertes de los últimos tiempos. La «sorpresa», el «escándalo», el «nadie lo veía venir»… Durante más de 30 años, el chileno aguantaba con resignación todas las reformas, todas las corrupciones y todos los abusos. Una marcha pequeña de vez en cuando, un llamado a paro una vez al año, era todo lo que hacíamos (algunas personas), para sentir que luchábamos por algo… El resto… «total, mañana tengo que trabajar igual». Pero octubre fue el mes del «basta», «es demasiado». El 16, dos días antes del estallido, los secundarios (esos niñitos que no saben nada) hicieron un llamado a evadir el metro debido al alza de $30
¿Qué son $30 en Chile? Nada, ni para un caramelo alcanza ya. Entonces ¿por qué tanto problema?
El alza de lo $30, era la gota que rebalsaba el vaso, y que venía después del chorro completo: AFP, educación, salud, desigualdad social, esclavitud laboral, salud mental… Y todo por lo que el chileno común estaba como estaba… Afligido, doliente, enojado.
El 18.10, la sumisión y el recato se quebró, la ira se apoderó de nosotres y se reventaron las burbujas. El gobierno mostró su verdadera cara y lanzó a sus perros a cazar, a morder, a lastimar y a comernos los ojos. Chile se fragmentó y los gritos de algunos, se convirtieron en los gritos de multitudes enteras. Pudimos dejar de mirar nuestro ombligo, y mirar el padecimiento del de al lado.
Todo el mundo puso sus ojos en nuestro país, cuestionando, analizando profundamente nuestro sistema y horrorizándose con la crueldad y obstinación del gobierno; Chile había cambiado.
Esto sí prendió cabros… Prendió barricadas, conciencias y lucha. Porque los chilenos nunca olvidaremos que hay un límite (que rompe el deseo), que hay un alto, que aguantamos mucho y durante demasiado tiempo. Pero que si no hay un cambio real, si no hay un cese de los abusos… Nos volveremos a levantar, volveremos a las calles. Con más ímpetu, con más estruendo, con más valor y con el ritmo incesante de la cuchara de palo golpeado la cacerola o el sartén. Porque nos quitaron tanto, que perdimos hasta el miedo.
Ahora, a un año de la revuelta, estamos ad portas de la búsqueda de una nueva constitución, una más justa para todes nosotres. Una que busca un Chile más igualitario, más inclusivo, pero sobre todo DIGNO.
Digno para ti, para mí… Para todes. Dónde la educación y la salud sean un derecho fundamental, donde tu madre o la mía, no tengan que esperar meses por una operación. Donde no tengamos que hacer rifas o completadas para costear una enfermedad. Donde no tengamos que pedir un crédito de 15 años para poder estudiar. Donde tus oportunidades y las mías, sean las mismas, independientes de nuestro apellido o de donde hayamos nacido.
A un año del estallido social, se conmemora un hito que quedará registrado en los libros de historia… Nos encargaremos de transmitirlo a todas las generaciones. Porque esto aún no ha terminado, la lucha continúa.