Cuando hablamos de arte estamos hablando de la historia del hombre, estamos hablando de sus emociones, sus aspiraciones, sus sueños, sus deseos, de esa fragilidad a punto de romperse. El arte ha sido uno de los constructores más eficientes de vínculos sociales. A través de él, se han contado las historias de los pueblos, se han reforzado las memorias colectivas y se han encontrado innumerables espacios de encuentro.
Cuando hablamos de arte estamos hablando de lo social y lo privado al mismo tiempo. Con los años el arte, así como el agua, los territorios, la educación y casi todo aquí en Chile, se privatizó. Ya no todos pueden acceder a él, pertenece a solo un sector porque el resto, simplemente, está más ocupado “ganándose la vida”, lapidaria frase pero que refleja la realidad de muchos en este país. El arte era cosa de entendidos pero, desde el estallido social hasta ahora, ha quedado de manifiesto que no hay revolución sin arte. De pronto, y como cuando éramos pequeños, comenzamos a encontrar en las expresiones artísticas un canal de comunicación.Carteles con demandas, murales, canciones, performance… las manifestaciones artísticas vienen a validar aún más el sentir y el descontento de tantos y aquí cabe hacerse la pregunta
¿Qué es el arte sino una radiografía del lugar en que se encuentra?
Dejamos de habitar los espacios donde nos dijeron que se manifestaba el arte porque lo volvieron elitista, lo encerraron, lo convirtieron en privilegio solo para algunos cuando la capacidad de conmovernos y maravillarnos es de todos ¿la gente se ha alejado de las artes o las artes se han alejado de la gente?
Ya no, ya no más. Ahora está en la calle, ahora también es demanda.
Dejemos de pensar que el arte es el don con que solo algunos nacen, todos en nuestras primeras etapas cuando aún no intelectualizamos el sonido y lo convertimos en palabra, utilizamos el arte como primera herramienta para comunicarnos con los que nos rodean y expresar nuestras vehementes nociones de mundo. La danza, la dramatización, la pintura, la música y un sinfín de otras expresiones son nuestras letras en un abecedario infinito de colores y formas que somos capaces de entender he interpretar durante toda nuestra vida. Solo pensemos en el rol que han ocupado durante la pandemia las expresiones artísticas. Si bien las artes no son un fenómeno biológico, sino meramente cultural, al ser cultural podemos decir que nace de un ser humano y están hechos para su vida, tienen una funcionalidad dentro de un sistema de vida, para un sistema axiológico que permite la sobrevivencia; es decir, en un fin último no sería tan equivocado afirmar que el arte cumple una función biológica.
Los artistas y trabajadores del arte y la cultura tenemos un rol fundamental dentro de la sociedad somos “hacedores” de realidades o fantasías, de nuevos mundos o quizás muy concretos pero soñadores de un futuro y creadores de las acciones que nos permiten existir hoy para tener cabida en un mañana. Resistir no es solo estar en contra de lo impuesto también es tener la capacidad de reinventarse, de plantarse en un lugar y decir “existo”.
Volver a la comunidad, a compartir, a mirarse las caras, a hablar de lo nuestro, de lo que siempre ha estado y que en algún minuto nos quisieron hacer creer que no era importante.
El arte, en medio de las crisis nos permite encontrar estos pequeños y significativos espacios de magia, de abrazo y contención. Casi tan impensado como imaginar que estamos a días de votar en un plebiscito nacional y que tenemos esta maravillosa oportunidad de hacer un país más digno. Vamos construyendo entre todos este nuevo Chile, vamos sembrando el gen de lo comunitario, vamos reconstruyendo los paradigmas, ahora con todos, nunca más sin nosotr@s.